Rezago Educativo y de Aprendizaje en México: Un Problema Estructural Agravado por la Pandemia
En 2020, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señaló que uno de cada diez mexicanos en edad de cursar la educación obligatoria se encuentra en rezago educativo. En nuestro país, la obligatoriedad de la educación básica comprende 3 años de kínder, 6 de primaria, 3 de secundaria y 3 de educación media superior, de esta manera se considera que una persona tiene rezago educativo, principalmente, cuando tiene entre 3 y 18 años y su nivel escolar no corresponde al que debería de tener de acuerdo a su edad, no cuenta con la educación obligatoria y no asiste a ningún centro de educación formal. La población más vulnerable y propensa a tener rezago educativo está entre personas que hablan una lengua indígena, personas con discapacidad, población rural y afrodescendiente. En México, nueve de cada diez estudiantes que ingresan a la primaria logran llegar a la secundaria; asimismo, solo uno de cada diez jóvenes que inició la primaria logra llegar a la universidad, lo que indica que conforme se avanza en el camino escolar las diferencias estructurales se profundizan: falta de recursos didácticos disponibles, infraestructura, calidad educativa a la que acceden los jóvenes en cada nivel escolar, clase social y género. Sin embargo, hablar de rezago educativo no es lo mismo que hablar de rezago en el aprendizaje, que no tiene que ver con que el alumno tenga alguna discapacidad mental que le impida aprender y si tiene todo que ver con varios factores, también estructurales que impiden que el alumno logre potenciar su capacidad de aprendizaje en cada grado escolar que cursa, pues los rezagos previos le impiden llegar con los conocimientos necesarios a los siguientes grados escolares. No es un problema nuevo que los docentes no puedan impedir que los alumnos que no cuenten con conocimientos suficientes para aprobar el grado escolar lo hagan únicamente con la firma de enterados de los padres, sin embargo, derivado de la pandemia Covid-19, la Secretaría de Educación Pública (SEP) público un decreto mediante el cual los docentes de educación básica (primaria y secundaria particularmente) no podrían reprobar alumnos; dicho decreto se publicó en 2020 y se revirtió a partir del segundo trimestre del ciclo escolar 2022-2023 dejando un rezago de aprendizajes en los estudiantes que no tuvieron los medios de continuar su educación a través de las clases en línea y tuvieron que continuar preparándose a través de las clases por televisión, sin contar con retroalimentación adecuada de sus maestros. Si bien esta situación se agudizó en las zonas más desfavorecidas del país, la brecha entre escuelas públicas y privadas también se intensificó, dejando a los estudiantes mexicanos en promedio un año y medio retrasados con respecto a los conocimientos que deberían tener de acuerdo a sus edades y grados escolares. En la actualidad, estamos viendo las consecuencias del dicho rezago en el aprendizaje, donde hay estudiantes que están llegando a la secundaria sin saberse las tablas de multiplicar o que están terminando la secundaria sin tener las habilidades necesarias para una buena comprensión lectora, por lo que el reto de trabajar con alumnos con estas carencias hace la labor de los docentes más complicada, pues trabajar en la disparidad, cuando se tiene que cubrir un temario de conocimientos, como lo marca la SEP, sigue dejando en rezago a quienes ya cuentan con deficiencias significativas.
Anayatzin Sánchez Patiño
7/4/20241 min read